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Atención a estas serpientes de Nueva York

Ya sea que quiera encontrar una o si prefiere evitarlas, aquí encontrará lo que necesita saber sobre algunas especies de serpiente del Valle del Hudson.

por Jonathan Suh
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Crípticas, misteriosas, y muy a menudo temidas, las víboras figuran entre los animales menos comprendidos del planeta. Nueva York es hogar de 17 especies distintas de serpientes, de las cuales muchas residen en el Valle del Hudson. Dichas especies representan una gran diversidad de formas, conductas e historia natural; se pueden encontrar en hábitats variados, de suelos forestales a lagunas, de lagos a laderas de montañas y, a veces, más allá.

Una culebra parda Dekay’s. (Foto: Jonathan Suh)

¿Por qué darle una oportunidad a las culebras? Primero, porque son reptiles. Sus parientes más cercanos son los lagartos; también comparten genes con las tortugas — y con los cocodrílidos.

Su piel no es babosa como la de los peces y las ranas, sino con escalas y puede tener distintos colores y marcas — desde las rayas fuertes de la culebra de listón o de cinta (Thamnophis saurita) hasta las bandas de camuflaje de las serpientes cobrizas (Agkistrodon contortrix).

Las víboras viven en este planeta desde hace más de 100 millones de años y juegan su rol en la naturaleza como depredadores importantes de roedores e invertebrados. A su vez, son presa de especies de otras partes de la red alimenticia, entre ellos halcones y otros carnívoros. No son especies que matan seres humanos ni portadores de fatalidad; aún así son una rama única del árbol de la vida y parte irremplazable de nuestro mundo natural. A continuación encontrará una breve introducción a algunas de estas maravillosas criaturas.

Corredora constrictor (Coluber constrictor)

Una corredora constrictor. (Foto: Jonathan Suh)


Una especie grande, robusta, ágil y activa, la corredora constrictor (“Eastern racer” en inglés) es una serpiente llamativa con su forma cilíndrica, escalas lisas y color negro azabache. A pesar de que “constrictor” es parte de su nombre científico, las corredoras no estrangulan a su presa, sino que optan por dominarla con sus mandíbulas y cuerpo. Esta víbora sacude la punta de la cola rápidamente al sentirse amenazada, haciendo un sonido que puede parecer de cascabel entre la hojarasca. Dicho comportamiento existe en muchas serpientes por todo el mundo y es posible que sea un rasgo ancestral en la evolución incluso antes de que las serpientes cascabeles lo desarrollaran más.

Culebra rayada (Thamnophis sirtalis)

Una culebra rayada. (Foto: Jonathan Suh)

 

La culebra rayada (“garter snake” en inglés) es quizá la especie de Nueva York más común y familiar. Común en muchos hábitats, desde cualquier patio hasta bosques, campos, lagunas y pantanos, es una serpiente arquetípica. La lengua bifurcada de estas víboras es en realidad funcional en diseño. Al sacar y meter la lengua, las dos puntas recogen químicos del aire. El lado que recibe más partículas aromáticas puede ayudar a la culebra a acercarse o alejarse de lo que detecta, sea presa, pareja o depredador posible.

Culebra de agua (Nerodia sipedon)

Una serpiente de agua. (Foto: Jonathan Suh)


Otra víbora común del Valle del Hudson es la serpiente de agua. Como su nombre lo indica, generalmente se encuentra en el agua o cerca de ella. Aunque a veces por su cuerpo grueso y cabeza ancha se confunde a esta serpiente inofensiva con la venenosa mocasín de agua, esta última no reside en Nueva York. No obstante, aunque no presentan peligro, las culebras de agua son conocidas por su mala disposición al ser manipuladas: una rápida mordedura y expulsión de almizcle. Por tanto, como con la mayoría de las culebras y la vida silvestre en general, es mejor no perturbarlas aunque sean inofensivas, aparte de su apestosa secreción.

Culebra de listón (Thamnophis sauritus)

Una culebra de listón. (Foto: Jonathan Suh)


La culebra de listón (“ribbon snake” en inglés) es pariente cercana de la serpiente rayada — similar en apariencia y conducta pero más delgada y de color más rojizo. También suele estar más conectadas con el agua. Estas serpientes pequeñas comen insectos pequeños, babosas y lombrices y tienen una habilidad especial para sacar caracoles de su concha para comérselos. Se pueden distinguir de las serpientes rayadas por las escalas amarillas que tienen encima de la boca.

Serpiente lechera (Lampropeltis triangulum)

Una serpiente lechera. (Foto: Jonathan Suh)

Las serpientes lecheras (“milk snake” en inglés) pueden ser de colores brillantes en otras partes de su territorio, pero suelen ser menos vistosas y mejor camufladas aquí en Nueva York. Su nombre común se debe a una antigua historia popular que contaba cómo estas culebras se metían a los establos a beber leche de las ubres de las vacas. Aunque sí es posible que esto se haya visto, es más probable que las culebras entraran atraídas por la abundante población de roedores y no por la leche.

Serpiente cabeza de cobre (Agkistrodon contortrix)

Una cabeza de cobre. (Foto: Jonathan Suh)

 

Una de dos serpientes de fosa que residen en el Valle del Hudson, las cabezas de cobre prefieren vivir en salientes rocosos expuestos y soleados en bosques de hoja caduca. La “fosa” de las víboras de fosa se refiere a una depresión entre el ojo y el orificio nasal; contiene un órgano que permite la detección de calor. Este brinda un mundo sensorial completamente distinto al olfato y la visión, y es particularmente útil para encontrar presas mamíferas pequeñas de sangre caliente como ardillitas, ratones y ardillas. Como la mayoría de las víboras, las cabeza de cobre son ante todo depredadores de acecha que esperan a su presa en un sitio. Camufladas con sus marcas de bandas, desaparecen en la hojarasca para cazar por sorpresa.

Cascabel de bosque (Crotalus horridus)

Una cascabel de bosque. (Foto: Jonathan Suh)


La cascabel de bosque es la segunda víbora de fosa de las regiones montañosas del Valle del Hudson. Es quizá la serpiente más aborrecida debido a su posible peligro — se debe evitar su mordedura venenosa tanto como la culebra busca evitar que se le amenace. Pero más allá de lo que salta a la vista hay más que descubrir sobre ellas. Las cascabeles nacen vivas y las hembras se quedan con sus crías entre una y dos semanas durante su período vulnerable para protegerlas de depredadores. También hay evidencia de que meses más tarde, en el otoño, las crías regresan a hibernar en las guaridas siguiendo por olfato el rastro que dejan sus madres. Estas culebras tienen una vida larga y lenta hasta su madurez sexual. Figuran entre las especies amenazadas del Estado de Nueva York por la caza ilegal y destrucción de hábitat.

Jonathan Suh es biólogo y fotógrafo de vida silvestre especializado en reptiles y anfibios. Sus viajes lo han llevado por todo EE.UU. y zonas neotropicales, su base es en el Valle del Hudson, donde nació y creció.

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