La agricultura forestal echa raĆ­ces en los bosques del valle

Cuando se piensa en conservar tierras de cultivo, probablemente lo que viene a la mente es campos soleados con cosechas prósperas. ¿Pero un espeso bosque? Puede que no.

Anna Plattner (izquierda) y Justin Wexler son copropietarios de Wild Hudson Valley y practican la agricultura forestal. (Foto: CortesĆ­a Wild Hudson Valley)

Los colonos europeos veían los bosques del noreste como algo que había que eliminar para extraer madera y crear espacio para los asentamientos, la agricultura, los pastos y, posteriormente, la industria. De hecho, según el Departamento de Conservación Medioambiental del estado, para la década de 1880 quedaba menos del 25% de los bosques de Nueva York.

Entre tanta tala se perdió una forma de cultivo que los pueblos Indígenas habían practicado durante milenios y que estÔ volviendo a resurgir.

Con mƔs de 61% del estado ya reforestado, la agricultura forestal y otras prƔcticas agroforestales echan raƭces nuevamente en los bosques de todo el estado, incluso aquƭ, en el valle del Hudson.

Plattner (segundo por la izquierda) da talleres sobre ginseng y agrosilvicultura. (Foto: CortesĆ­a Wild Hudson Valley)

“EstĆ” muy en auge”, afirma Tracey Testo-Smith, educadora en agrosilvicultura de la Cornell Cooperative Extension de los condados Columbia y Greene.

El Departamento de Agricultura de EE.UU. define la agrosilvicultura como la integración intencionada de la agricultura y los Ôrboles para crear prÔcticas productivas y sostenibles de uso de la tierra. Junto con la agricultura forestal, el USDA considera también tipos de agrosilvicultura prÔcticas como el silvopastoreo (combinación de Ôrboles con forraje y producción ganadera) y los cortavientos (plantación de Ôrboles y arbustos en hileras).

El silvopastoreo es el mÔs popular. Según una encuesta de Cornell sobre concienciación y adopción de la agroforestería de 2021, en Nueva York se usan mÔs de cuatro veces mÔs hectÔreas para la agricultura forestal que para cualquier otra prÔctica agroforestal.

Perfeccionamiento de tĆ©cnicas agroforestales en un “dĆ­a de trabajo para inoculación de shiitake” al aire libre. (Foto: Tracey Testo-Smith / Extensión Cooperativa de Cornell de los condados de Greene y Columbia)

Y con razón. Muchos de los cultivos que pueden desarrollarse en el suelo húmedo y las copas sombreadas de un bosque son de gran valor, como las setas shiitake y el ginseng. Y lo que es mÔs, cualquier persona con una pequeña parcela de terreno forestal puede cultivarlos, en particular las setas

“Al norte del valle del Hudson, las comunidades Mohicanas y Munsee llevan mĆ”s de 13.000 aƱos practicando la agricultura forestal”, afirma Testo-Smith. “No es sólo una oportunidad de hacer que tu tierra sea económicamente productiva. Es tambiĆ©n un enfoque mĆ”s holĆ­stico. Aplicar estas prĆ”cticas resulta en un gran nivel de restauración ecológica”.

Anna Plattner es copropietaria de Wild Hudson Valley, una explotación agroforestal situada principalmente en 95 acres de bosque, pradera y humedal en Cairo (condado de Greene). Entre los cultivos que Plattner y su marido y copropietario, Justin Wexler, cultivan estÔ el ginseng silvestre simulado, o ginseng que se planta en lugares donde crece de forma natural.

El ginseng de cultivo ā€œsilvestre simuladoā€ requiere mucho trabajo al principio, pero tras unos siete aƱos en condiciones adecuadas, requiere principalmente supervisión. (Foto: CortesĆ­a Wild Hudson Valley)

“El ginseng necesita un suelo constantemente hĆŗmedo”, dice Plattner. Eso significa encontrar laderas orientadas al norte y al este que reciban menos luz solar y no se sequen tan fĆ”cilmente en los meses mĆ”s cĆ”lidos. El ginseng tambiĆ©n necesita mucho calcio, lo que hace que las plantaciones de arce azucarero sean un buen lugar para combinar el cultivo de ginseng con la producción de sirope. (Los arces azucareros necesitan mucho calcio para producir savia para el sirope, asĆ­ que si no hay suficiente calcio ya en el suelo, los rodales de arce azucarero pueden abonarse con cal viva).

“Al plantarlo en condiciones silvestres, sin labrar el suelo, nuestro ginseng tiene la apariencia de ser silvestre”, dice Plattner.

El cultivo de ginseng silvestre puede ser laborioso al principio, ya que la fase de plantación se realiza mejor a mano. Se tarda unos siete aƱos en llevar un cultivo hasta el punto en que se puede cosechar. Pero una vez establecida la planta, “lo Ćŗnico que hay que hacer es vigilarla”, dice Plattner.

Distintos cultivos en ambientes forestales de Nueva York. (Foto: Tracey Testo-Smith / Cornell Cooperative Extension of Greene and Columbia Counties)

Mientras mƔs aƱos y mƔs nudoso y silvestre parezca el ginseng mƔs valioso es. En algunos mercados de Asia el ginseng silvestre puede llegar a costar $1000 la libra, afirma Plattner.

Muchas plantas que crecen en el sotobosque (primera capa) se utilizan como suplementos, como goldenseal, la cimicifuga racemosa, la sanguinaria y la mahonia.

En una capa mÔs alta pueden cultivarse algunos frutos y frutos secos, entre ellos el arÔndano rojo, el saúco, las zarzas, las frambuesas, las moras y los arÔndanos.

Varias plantas utilizadas como suplementos y tƩs pueden cultivarse bien en ambientes boscosos. (Foto: Cortesƭa de Wild Hudson Valley)

“Los cultivos de frutos secos son realmente prometedores”, dice Testo-Smith, el educador de Cornell. “El mayor obstĆ”culo para la cosecha y venta de frutos secos ha sido el procesado. Pero una organización llamadaĀ New York Tree Crop AllianceĀ estĆ” obrando en el oeste de Nueva York para desarrollar una instalación de procesamiento que incluirĆ­a cosas como el castaƱo americano.”

Las setas shiitake son quizƔ uno de los cultivos mƔs comunes, y bastante accesible para quienes tienen acceso a tierra.

Todo lo que se necesita son unos cuantos troncos recién cortados, un taladro, un poco de estrato con esporas o micelio (semilla), cera caliente y un poco de paciencia. En un plazo de nueve a 18 meses, los troncos podrÔn empezar a dar fruto muchas veces: shiitakes frescos. En YouTube abundan los videos instructivos y se pueden adquirir kits de bricolaje de múltiples fuentes en línea.

Cosecha de frutos de pawpaw (banano de montaƱa) cultivados a la sombra. (Foto: Tracey Testo-Smith / Cornell Cooperative Extension of Greene and Columbia Counties)

Para Plattner, el trabajo tiene un significado especial. Wild Hudson Valley estÔ situada en tierras de cultivo en manos de su familia desde hace mucho tiempo. Antes de poner en marcha la empresa, imaginaba que se convertiría en bióloga de campo a fin de obrar directamente en conservación.

“Me di cuenta de que podĆ­a hacer eso con la agrosilvicultura y la agricultura forestal”, afirma.

Con una hija de un aƱo y un segundo bebĆ© por nacer en primavera de 2023, confĆ­a en que el trabajo continĆŗe en la próxima generación. “Me encanta lo que hago porque puedo trabajar una tierra que me encanta de un modo que la conservarĆ” para el futuro”.

Las setas shiitake son uno de los productos forestales mƔs accesibles. (Foto: Cortesƭa Wild Hudson Valley)

Lo que Lewis Pugh vio al nadar las 315 millas del Hudson

El día 26 de su proyecto récord por el Hudson, el nadador de resistencia Lewis Pugh hacía eso: resistir. Pasadas unas 270 millas de su jornada, admitió sentirse cansado y adolorido, aunque energizado.

“Ha sido tan fatigante como inspirador”, dijo, de pie en el muelle, seco, con West Point de fondo. “315 millas es una distancia monumental”.

Lewis Pugh nada hacia el Bear Mountain Bridge. (Foto: CortesĆ­a Lewis Pugh Foundation)

La noche anterior había nadado entre medianoche y las 2:30 a.m. Se diría que un nadador preferiría la visibilidad del la luz del día, pero no es el caso en un recorrido como este. Pugh venía nadando 10 millas al día casi un mes entero, divididas en dos sesiones, una temprano y una tarde. Como el Hudson es un río de mareas, la hora para realizar esas sesiones las dicta la dirección del flujo del agua, que llega hasta Troy.

La siguiente noche, las mareas lo obligaron a nadar entre 2 y 4 a.m. (algo que solamente se debe hacer con asistente de seguridad en kayak, como ha tenido a su lado. Pugh no se amedrentó. “El rĆ­o es tan sereno a esa hora”, dijo. “Tan tranquilo. La espalda duele y la Ćŗnica manera de sentir alivio es abrirla nadando espalda. Y entonces miras al cielo y tienes las estrellas y la luna. Es muy reconfortante.”

A menudo la gente le pregunta a Pugh sobre la logística de su nado de un mes, del 13 de agosto al 13 de septiembre. MÔs importante: nadó sin asistencia, que su equipo define como hacerlo usando solamente un Speedo, gorra y gafas de natación. Para energía, a veces comía bananas y bebidas isotónicas dentro del agua; fuera de ella, mÔs que todo hortalizas y algo de pollo como proteína (nunca pescado, pues es Promotor de los Océanos de la ONU. AdemÔs de su kayaker de seguridad, tuvo a su disposición un catamarÔn con equipo de apoyo para dormir a bordo.

Ciertos riesgos son fuente de preocupación para él y otras personas. Empezó donde nace el Hudson, el lago Tear of the Clouds, y al inicio del recorrido tuvo que acampar y correr por la orilla cuando el río era muy llano para nadar.

Pugh corrió por la orilla en las partes nortes del río, donde era muy llano para nadar. (Foto: Cortesía Lewis Pugh Foundation)

Ya en el agua, temƭa chocar contra una piedra oculta a toda velocidad. Plantas acuƔticas como la castaƱa de agua dificultaron el nado en algunos lugares por sus semillas espinosas, que se le quedaban pegadas como erizos en las axilas.

Y luego estĆ”n los riesgos invisibles. Por suerte durante la segunda y tercera semanas del trayecto hubo poca lluvia que causara deslaves de aguas negras al rĆ­o. Pero al acercarse an Albany su principal inquietud fue los PCBs (policlorobifebilos), quĆ­micos que General Electric vertió en el Hudson durante aƱos — millones de libras — por lo que se necesita mĆ”s acción para proteger la salud humana y el medio ambiente. ā€œAquĆ­ abajo estĆ”n los riesgos ocultos, cosas que no se ven, los PCBs y el E. coliā€, dijo Pugh. ā€œCuando te metes al rĆ­o y hay contaminación, te preocupasā€.

Las semillas espinosas de la castaƱa de agua, una especie invasora, se quedaban pegadas de las axilas de Pugh como erizos. (Foto: Cortesƭa Lewis Pugh Foundation)

Pero tras todo eso, lo que mĆ”s le interesa es compartir sobre las personas que conoció. Entre ellas, sobresale el Jefe del Clan Tortuga Vincent Mann de la Nación Ramapough Lenape — conversaron sobre los miles de de aƱos durante los cuales las poblaciones IndĆ­genas cuidaron del planeta. TambiĆ©n estudiantes del Marist College y el presidente Kevin C. Weinman, que se zambulleron en el rĆ­o y nadaron con Ć©l en Poughkeepsie, lo que Pugh llamó una colisión de ā€œliderazgo y esperanzaā€, un evento que no podrĆ­a imaginar en el Reino Unido.

Luego siguió: uno de los últimos tramos de su recorrido fue con Yvette Tetteh, también ambientalista y nadadora que nadó el Río Volta entero en Ghana.

En Poughkeepsie, estudiantes del Marist College — y el presidente Kevin C. Weinman — saltan a nadar con Pugh frente al cobertizo para botes de Marist. (Foto: CortesĆ­a Lewis Pugh Foundation)

Reflexionando, Pugh dijo que la población residente del Valle del Hudson parece sentir un amor profundo por el río sin importar edad ni distribución demogrÔfica. Y aún habiendo nadado en todas partes, desde Antarctica hasta Groenlandia, del Mar Rojo al Polo Norte, le dio emoción y energía nadar el Hudson.

ā€œEste rĆ­o es Ćŗnicoā€, dijo. ā€œEn su origen tienen castores, buitres, osos y Ć”guilas calvas. Desemboca en la Ciudad de Nueva York. [La gente] siente orgullo de lo que se ha logrado pero saben que queda mĆ”s por hacer. Ruego porque este rĆ­o llene de esperanza a la gente de todo el mundoā€.

Pugh e Yvette Tetteh cerca del George Washington Bridge. (Foto: CortesĆ­a Lewis Pugh Foundation)
Lynn Freehill-Maye es jefa de redacción de HV Viewfinder, revista en línea de Scenic Hudson. También es escritora en sostenibilidad; su trabajo ha sido publicado en el New York Times, el Washington Post, Scientific American, Sierra, Civil Eats, CityLab, Modern Farmer y otros. 

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